Alberto ofrece sus quesos de cabra y sus chacinados artesanales con la confianza de aquel que domina el oficio. "Son de lo mejor. No encontrará otros igual", le dice a una turista cordobesa. A su lado, un joven veinteañero exhibe con orgullo los cintos de cuero hechos a mano con una técnica que aprendió de su abuelo.

Más adelante, artesanos de la madera, expertos asadores, vendedores de especias y de ropas y hasta peluqueros conviven en armonioso equilibrio. Al fondo, en el escenario mayor, un cantante divierte al público con sus chistes. Así es la Feria de Simoca: múltiple, asombrosa, colorida y diversa. Pero desde ayer y hasta fines de julio estará más convulsionada que nunca, ya que se realiza la Fiesta de la Feria. Es en esta oportunidad cuando a los puestos fijos de comida se le suman otros que no están durante el año. "Es nuestra fiesta mayor", define Elena Paz, quien junto a su hermana, Angela, llevan adelante un emprendimiento familiar. Ellas fabrican licores y mermeladas artesanales con elementos de la zona. "Nuestro producto estrella es el licor de mistol. Muchos turistas lo llevan porque es autóctono. Además tiene un sabor único, distinto a cualquier otro", comenta Elena. En un pequeño puesto que montaron en la feria, ambas ofrecen licores de arándano, banana, mango, pomelo y quinotos y mermeladas de cítricos combinadas con manzana o banana. Carlos Coronel, en cambio, ofrece productos de Catamarca. "A los turistas les gusta mucho el licor de arrope. Lo llevan porque es bueno para las enfermedades bronquiales. Muy apropiado para esta fecha", señala. Y cuenta que la clave está en ofrecer calidad. "Yo vivo de esto, de manera que intento conformar a la gente con productos artesanales de nivel superior. Nuestro pimentón, por ejemplo, es uno de los más puros y dulces. Fue secado al sol a una altura apropiada, con cero de humedad y al aire libre. Eso le confiere características especiales", enfatiza.

La oferta de la feria -que se hace sólo los sábados- es tan variada que abruma. Hay desde juguetes para chicos, pilas para relojes, linternas, pomadas, ungüentos, tragos tropicales, bijouterie, pintura de uñas, cigarros en chala, cuchillos, frutas, calzados y carcazas de celulares, hasta DVD, platos de madera, tortas, llamadores de ángeles, instrumentos musicales, carteras y maquinas de afeitar de los años 60, entre muchos otros. "Todo parece salido de una película costumbrista. Pero lo que más me encantó fueron las empanadas y el asado. ¡Impagable!", comenta Roque Esteban Heredia, un turista de San Luis que se hospeda en Las Termas de Río Hondo y que viajó a Tucumán especialmente para conocer la feria de Simoca. "Es única", resumió.